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Emergencia en Vuelo: El Acto Heroico de Fátima Román Revive a un Bebé en el Aire
En un domingo aparentemente ordinario, Fátima Román y su esposo, Rafa Sarobe, regresaban de unas relajantes vacaciones en las Islas Canarias, en ruta hacia el Aeropuerto de Hondarribia, ubicado cerca de su hogar en Bera, Navarra. Aproximadamente una hora y media después de iniciado el vuelo, un llamado urgente resonó a través del sistema de audio interno del avión, solicitando asistencia médica. Nadie respondió, como detalló Sarobe en una entrevista con EFE, al lado de su esposa.
A pesar de su discapacidad visual causada por meningitis a los once años, Fátima, una asistente clínica, se movió instintivamente hacia la parte delantera del avión donde necesitaban ayuda. Su experiencia profesional en la Residencia San José de Bera la preparó para manejar emergencias, típicamente involucrando a pasajeros ancianos.
"Me manejo bien, aunque algunas tareas son más difíciles para mí en comparación con mis colegas," admite Fátima, quien lleva una discapacidad visual del 85%. La situación se intensificó cuando le entregaron un bebé aparentemente sin vida, "como un trapo." La mezcla étnica del bebé hizo difícil detectar palidez, pero Fátima realizó una prueba de glucosa con el kit a bordo, dando resultados aceptables.
Frente a la incertidumbre, inició un masaje cardíaco, confiando en su entrenamiento con muñecos durante cursos de primeros auxilios. Para los bebés, sabía utilizar solo dos dedos. "No sé cuánto tiempo continué, pero eventualmente todo el cuerpo del bebé comenzó a pulsar," recuerda. Inicialmente lento, el ritmo se normalizó gradualmente, acompañado por ruidos típicos de bebé.
Con el bebé respirando y moviéndose, una azafata preguntó si era necesario un aterrizaje de emergencia. Fátima, reflexionando sobre instintos maternales, sugirió aterrizar si el bebé fuera su hijo. El avión, con 80 pasajeros, descendió en el Aeropuerto de Jerez, donde el personal médico esperaba para transportar al niño, acompañado por su madre y otra mujer, al hospital.
Al regresar a su asiento, Fátima fue recibida con aplausos, una liberación de tensión y lágrimas de emoción. Su deseo actual, compartido por su esposo, es conectarse con la familia del bebé para saber de su recuperación. La odisea de 40 minutos culminó en un aterrizaje turbulento en medio de una tormenta sobre Hondarribia, pero Fátima afirma que no tiene miedo de volar nuevamente. Planea usar los dos vuelos domésticos de cortesía regalados por la aerolínea en reconocimiento a su valentía.
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